20 ago 2015

Vías de acceso al empleo (y II): implicaciones.


En el post anterior de esta serie, elaborado a partir de los datos de nota de prensa del INE que se titulaba Módulo sobre la situación laboral de los inmigrantes. 2014, se podía concluir que las vías de acceso al empleo más utilizadas por los trabajadores de cara a encontrar trabajo eran la gestión de la red de contactos y la autocandidatura, estos métodos autónomos, como los vamos a denominar en este post, cubrían sumados casi un 70% de los casos. Otros métodos como la persecución de ofertas, la intermediación laboral pública o privada, etc. no resultaban tan eficaces. Esto, que puede resultar contraintuitivo a las personas ajenas a la orientación laboral, tiene lógica si lo conectamos con el funcionamiento del mercado de trabajo. 

Si la mayoría de las oportunidades de empleo permanecen ocultas, los servicios de empleo no se pueden focalizar en la ofertas.
Los orientadores laborales sabemos que la inmensa mayoría de las oportunidades de trabajo no abandonan nunca la condición de empleo oculto, nunca llegan a salir a la luz para materializarse en una oferta de empleo y el acceso a ellas, lógicamente, sólo puede conseguirse a través de los métodos autónomos. Además es importante señalar que esto es más así cuanto más desequilibrado está el mercado laboral, cuando más sobreabundancia hay de demandantes de empleo, ya que en este caso el empleador tendrá más candidatos a su disposición que habrán ofrecido su candidatura de manera espontánea o serán fácilmente localizables a partir de los propios contactos, no necesitando de otros procedimientos de búsqueda más complejos o que, sencillamente, supongan un coste económico.

Frente a esta realidad, ¿cuál debe de ser la actitud que han de tomar los servicios de empleo?, ¿se debería potenciar la intermediación para intentar revertir esta situación, intentando atraer más ofertas impulsando, por ejemplo, las tareas de prospección? O por el contrario, dado que el mercado es como es, ¿se debería apostar decididamente por servicios que incidieran sobre los procedimientos que son utilizados mayoritariamente por las personas para encontrar empleo, es decir, los métodos autónomos? Desde mi punta de vista ni lo uno ni lo otro, o mejor dicho, las dos cosas a la vez pero con matices. Expongo a continuación mi punto de vista.


Los servicios de empleo han de adaptarse al funcionamiento del mercado de trabajo real
Los servicios de empleo se deberían adaptar y deberían dar respuesta, prioritariamente, al funcionamiento de los canales que conectan oferta-demanda en el mercado de trabajo real. Es decir, desde el punto de vista del usuario deben facilitar y fomentar las actividades autónomas de los que buscan trabajo con el objetivo de que estas sean lo más eficientes posible. Esto es así por varios motivos: 1- Los medios con los que se cuenta siempre son, por definición, escasos y limitados, y parece obvio que intentar cambiar el funcionamiento del reclutamiento en el mercado laboral supondría una inversión elevadísima en recursos económicos y humanos para obtener un resultado finalmente muy incierto. 2- Pero es que en segundo lugar y principalmente, no atender al funcionamiento normal del mercado de trabajo supone desviar la atención del demandante de empleo de los canales por los que circulan realmente las oportunidades de empleo. Si los servicios de empleo actúan, de hecho, como si el grueso de las oportunidades acabaran recabando en los mismos, están contribuyendo a desviar la atención del usuario del flujo principal de las mismas, de ese 70% que nunca abandonan la condición de empleo oculto. Es decir, se está fomentando una postura pasiva en relación con la búsqueda que limitaría finalmente su eficacia. Se está desempoderando al usuario y el camino ha de ser justo el contrario.


La Orientación Laboral debe ser ofertada de manera prioritariaEn definitiva los servicios de empleo deben ofrecer prioritariamente un servicio que oriente a los usuarios hacia y en el verdadero flujo de las oportunidades de empleo, que les empodere en igualdad en el mercado de trabajo, y este servicio se ha de ofrecer a todos los usuarios y se debería dar a todos aquellos que, finalmente, lo requirieran en condiciones de calidad suficiente. La orientación laboral, puesto que no es otra cosa de la que estamos hablando, debería ser el servicio central y prioritario de los servicios de empleo, al menos mientras el grueso de las oportunidades de empleo no empiecen a traducirse, de manera natural, en ofertas de empleo.


La Intermediación Laboral ha de tender a igualar las oportunidades de personas con escasa ocupabilidad
Esto que señalo arriba no sería, sin embargo, incompatible con las labores de intermediación en un servicio de empleo. Dentro de la población general de los demandantes de empleo vamos a encontrar un porcentaje de personas que, por diversas circunstancias, tendrían una mayor dificultad para aprovechar unos servicios de empleo como los descritos arriba. Desempleados cuyo nivel de ocupabilidad -por sus escasas competencias personales, profesionales, académicas, etc. derivadas de un menor número de oportunidades vitales-  va a dificultar en gran manera el aprovechamiento de un servicio basado en una orientación laboral estándar. Este tipo de usuario es el que podría beneficiarse en gran medida de unos servicios de intermediación potentes, unos servicios de intermediación que prospecten al mercado de trabajo en busca de oportunidades que transformar en ofertas, ofertas que podrían beneficiar a usuarios de baja ocupabilidad directamente o tras pasar por una intervención orientada a incrementar su ocupabilidad, una intervención seguramente más intensiva y más a largo plazo que la que recibiría el grueso de los usuarios de un servicio de empleo.

No podemos olvidar, por otro lado, que la intermediación laboral ha de satisfacer también a su otro cliente, al contratador, a la empresa. Si queremos que la intermediación funcione los servicios de empleo han de ofertar un servicio eficiente también para el contratador, es decir, ha de proporcionar trabajadores que se adapten a los requerimientos de la empresa. Los servicios de empleo han de facilitar trabajadores óptimos para el puesto, suministrando al contratador servicios de selección de personal si este los requiere.

De este modo la intermediación laboral podría incrementar la ocupabilidad de demandantes de empleo que partan de salida de un nivel escaso de ocupabilidad, igualándolos a otros en oportunidades. No cabe duda de que estas personas requerirían un mayor apoyo con otro tipo de acciones como la de seguimiento y apoyo tras la contratación con vistas al mantenimiento de su puesto de trabajo, prioridad en la recepción de otros servicios como formación, subvenciones a la contratación, convenios con empresas, etc.


Desatender las necesidades del los contratadores perjudica a servicios de empleo y a desempleadosLlegados a este punto me gustaría subrayar que es muy importante que ese otro cliente al que nos estamos refiriendo reciba un buen servicio, que quede satisfecho con el trabajo realizado, que se finalmente se cubran sus expectativas. Cuando la intermediación laboral no proporciona un candidato óptimo o, peor aun, proporciona candidatos claramente inadecuados, el resultado final va a ser un contratador insatisfecho que no volverá a requerir el servicio y que probablemente lo describa como de escasa calidad a otro posible contratador. Si esto se repite, el servicio quedará desacreditado, siendo menos requerido e igualando a todos los usuarios del mismo en oportunidades de empleo, en efecto, pero a la baja.


No obstante, insisto en la idea de que, dada la configuración actual del mercado de trabajo, la orientación laboral es el servicio que debería ser ofrecido por defecto a todos los usuarios de los servicios de empleo. Ello exige, y en esto soy muy rotundo, que el servicio de orientación laboral se de en condiciones de calidad, por profesionales con la cualificación necesaria, actualizados y sin sobrecarga de trabajo, con capacidad para aplicar programas de orientación estables y que permitan la atención individual que necesite el usuario a lo largo de su propio itinerario. La utilidad de un servicio sólo se puede valorar, de manera real, cuando se presta con las condiciones mínimas necesarias para que sea efectivo, en otro caso es un brindis al sol, es hacer como que se hace con el objetivo único y demasiado frecuente de obtener unas estadísticas que ocupen unas líneas en algún medio de comunicación.


La Orientación Laboral es el servicio de mayor eficacia ofertable desde los servicios de empleo, ha de prporcionarse en condiciones de máxima calidad.
Por lo tanto, es indispensable dar a la orientación laboral el protagonismo que debe tener, en primer lugar porque, ser orientado en un mercado laboral de gran complejidad como el actual, ha de ser un derecho del que busca empleo y, en segundo término pero no menos importante, por que, como señala la Catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco Sara de la Rica, la orientación laboral, ofrecida en condiciones de calidad, es el servicio más efectivo en cuanto a políticas activas de empleo que podemos ofrecer a los desempleados.

Para finalizar me gustaría hacer una acotación más. Es necesario recordar que existen cosas a las que no se puede obligar. Cosas que sólo pueden ser el producto de la propia voluntad. Sí se puede, por ejemplo, obligar a una persona a sentarse junto con otras en una sala mientras recibe un discurso sobre técnicas de búsqueda de empleo, aunque ni siquiera podremos obligarla a que preste atención mientras permanece allí. Podremos obligarla a que esparza algunos CV’s por las empresas de su zona y luego nos traiga unas copias selladas, pero no pretendamos que eso pueda ser una autocandidatura ya que esta, por definición, ha de hacerse por iniciativa propia. Podremos obligarla a que “se apunte” a una agencia de colocación, pero no a que vuelva por allí después, etc. En definitiva, no se puede obligar a ser orientado. 

No se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado, no se puede obligar a ser orientado.Una persona puede ser orientada si busca orientación, si quiere orientación, si ha llegado a la conclusión de que merece la pena recibir la ayuda de un experto para buscar empleo, pero nadie puede ser orientado sobre la base de la coerción. No se puede recibir ayuda si no se quiere ser ayudado y orientar es una relación de ayuda. Buscar empleo, o aventurarse en la mejora de la propia ocupabilidad, no es algo que se pueda obligar a hacer a las personas. La orientación laboral podrá ser prescrita y obligada normativamente, pero sólo puede ser real si es reclamada, si es la propia persona la que, tras hacer una valoración del coste y el beneficio que le supondrá embarcarse en ella, decide solicitarla. Claro que, para que esto sea así los servicios de empleo han de ofrecer algo que, de verdad, convenza a la gente de que merece la pena solicitarlo, pero para ello nuestros gobernantes han de asumir que recibir una orientación de calidad ha de ser un derecho, no una obligación impuesta, una obligación que se impone además en un contexto ideológico que considera al desempleado un ser indolente y responsable último de su envidiable condición de vivir con 426 euros.


El contenido original de este post se puede consultar y descargar desde archive.org.




9 comentarios:

  1. hola amigos... uf esto de conseguir una fuente laboral esta pesado cada dia ... espero que todo salga bien para las personas que estamos en busca de una fuente laboral.
    un beso suerte y me gusto mucho el blog y los articulos gracias
    javiera.

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    1. javiera, buscar empleo con unmercado laboral como el que tenemos hoy en día es una de las tareas más titánicas a las que nos podemos enfrentar. Gracias a ti por tu comentario.

      Un saludo.

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  2. Hola Chema, muy de acuerdo con tu artículo, nunca debemos entrar en la competición entre orientación-intermediación, son dos tareas sinérgicas y que hay que hacer las dos. Respecto a la obligatoriedad de la "búsqueda activa" u orientación, estoy contigo. Pero por experiencia se que hay que enseñar a ver los beneficios de la orientación, hay que venderla y se que muchos de mis clientes se han beneficiado gracias a que era obligatorio escucharme, sin ese tiempo de dedicación nunca hubieran descubierto que esto servía para algo. Así que tal vez se debería obligar a participar por ejemplo en una sesión inicial de presentación del servicio y luego dejarlos a la libre elección.
    Muchas gracias por tu artículo. Saludos.

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    1. Estamos básicamente de acuerdo, Pedro. Hay espacio suficiente para la orientación y la intermediación en las oficinas de empleo. Sin embargo creo que la inercia hace que muchos responsables de empleo, sin demasiados conocimientos en el funcionamiento del mercado de trabajo, hace que se siga primando la intermediación, cosa que al final es bastante esteril por lo motivos que explico en el artículo.
      La orientación no se conoce y por eso quizá tengas razón cuando dices que, en un primer momento, puede ser necesario "obligar" al usuario a acudir a algo parecido a una sesión informativa para que conozcan el servicio. Pero yo quiero ir más allá. Yo no hablo de vender la orientación, hablo de convertirla en un servicio básico y prioritario dentro de los servicios públicos como un derecho más. Esto exigiría que dicho servicio se diera en condiciones que garanticen su calidad y que sea dicha calidad la que haga que el usuario la demande, porque sabe de antemano -sin necesidad de que alguien se lo cuente- que es un servicio que puede beneficiarle.
      Hablo de una labor de largo plazo en la que se creen unos servicios profesionales de calidad. El resto ya lo haría el "boca a boca". Si sabemos, según todos los estudios, que la orientación es eficaz y que la gente que se beneficia de ella multiplica sus posibilidades de encontrar empleo, ¿porqué la gente no la solicita? Mi hipótesis es que la orientación no se ofrece con el suficiente nivel de calidad, no hay profesionales suficientes, ni todo lo cualificados que sería deseable, ni se ofrece en condiciones mínimas de calidad, con suficiencia de tiempo, con medios, y que, además, se impone como una obligación, lo que tiene el efecto lógico de que sea rechazada finalmente. La orientación sigue sin considerarse como algo que, de verdad, ayuda a los desempleados, es algo que tienen que hacer y no importa tanto si se hace bien o se hace mal, el caso es que cuadren los números y que sean muy abultados.

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  3. Hola Chema, me incorporo a este interesante foro, dándote la enhorabuena, antes de nada, por esta estupenda serie de artículos.
    Voy al grano: comparto tu idea de que la función de los servicios públicos de empleo es la de (por resumir) dar transparencia al mercado de trabajo, y, en consecuencia, facilitar información a las personas demandantes de empleo para que puedan actuar con autonomía en su búsqueda de empleo.
    También estoy de acuerdo en lo que dices de la Orientación, y que lo resumiría en esto: debe de ser un servicio universal, no obligatorio, y de máxima calidad; algo que como director de una oficina de empleo puedo decir que, en estos momentos, por diversas circunstancias, no se cumple en muchos casos.
    Entiendo, además, siguiendo en el ámbito de la Orientación, que planteas una distinción en la intervención de los usuarios según (lo digo resumiendo) que sean ocupables o no ocupables; de tal forma, que a lo primeros se les facilitaría una información útil para facilitar su búsqueda de empleo, a demanda, como solemos decir; y para los segundos, el tratamiento sería similar a los Itinerarios de Inserción que trabajamos en las oficinas de empleo; es decir, se trataría de una orientación más estructurada o en base a prescripción; si es así, no puedo estar más de acuerdo, pues una de mis quejas sistemáticas es que sólo enfocamos en los segundos por aquello de que son colectivos prioritarios, pero estos son, en demasiados casos, "clientes cautivos", sin demasiado interés, y sin embargo no llegamos a interactuar con los que están en búsqueda de empleo, pues, como decía, el foco y los recursos se van con los primeros.
    Comparto, también, la idea de que, hasta la fecha, estos servicios no han sido ni divulgados ni potenciados y por ese motivo puede que no sea demandada como debiera.
    Ahora bien, donde mas me ha sorprendido tu artículo es en el tema de la intermediación, pues no acabo de entender como se resolvería el problema que tu mismo planteas al ser consciente de que los candidatos sobre los que se trabajaría la intermediación puede que no fueran óptimos en muchos casos para los empresarios; fiarlo todo a que en un futuro pudieran haber recursos de orientación suficientes para atender, de forma inmediata y con calidad, a los no ocupables de forma que se convirtieran en ocupables, y, en suma, óptimos para las empresas, me parece muy poco plausible; y en el interin, lo cierto es que las empresas seguirían teniendo sus necesidades insatisfechas con lo que esto implica.
    No obstante, he de decirte que la idea tiene bastante atractivo, pues permite imaginar un Servicio Público de Empleo que prioriza lo importante en la situación actual (Orientación) y que enfoca la intermediación a una captación de ofertas vía prospección a la cual nutrir con candidatos con los que previamente se ha intervenido y se ha conseguido "mejorara"; y esa idea me parece potente, por cuanto plantea algo tan rupturista como dejar de priorizar la intermediación, conscientes, además, de que hay otros intermediarios mejor posicionados para ello, y centrarse con todos recursos en la Orientación.
    Como digo, un planteamiento muy digno de estudiar.
    Un cordial saludo
    Pedro Valero (Director del Centro Servef de Empleo de Silla)

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  4. Pedro, gracias por tus comentarios. Que muestran una gran amabilidad por un lado y, por otro, que tienes un criterio autorizado en estos temas. Pero vamos allá, que la cosa tiene tela que cortar. El asunto es complejo y creo que sobrepasa las posibilidades de un hilo de respuestas a un post, pero no obstante voy a intentar de esbozar algunas ideas que quizá merezcan más desarrollo en otro momento.

    1- La Orientación, en efecto, no se está ofertando de manera general, en las condiciones de calidad que sería deseable. Pero no es ya que se oferte sin las condiciones deseables, es que a menudo no se hace con las condiciones mínimas necesarias para que sirva para algo (insisto que esto es así en la mayoría de los casos, hay honrosas excepciones). Hacer orientación requiere unos mínimos: tiempo, profesionales cualificados, recursos y, seguramente, unas bases conceptuales más sólidas de las que disponemos en este momento. No disponer de esto y pretender que funcione es como pedirle a un neurocirujano que opere con un serrucho, a la luz de una vela y pretender que obtenga buenos resultados. La orientación sin medios es un brindis al sol, pero por desgracia este es el panorama mayoritario.

    2- No he querido plantear un servicio de orientación basado en la información y otro basado en itinerarios, más bien planteo una orientación basada siempre en itinerarios dirigida a diferentes tipologías de usuarios en la que, lógicamente, se desplegarían diferente tipo de estrategias en función de cada caso, en función de cada ocupabilidad; pero sin entender la ocupabilidad como algo de 0-1, que se tiene o no se tiene, si no como un diagnóstico basado en una análisis de variables complejo e interactivo (bit.ly/1WdRzNc) que marque la posterior concreción del itinerario (reconozco que esto sí que lo tengo que desarrollar más, pero te adelanto que estoy en ello, y lo publicaré en cuanto pueda). Así, la graduación de la intensidad de la intervención en cada caso vendría dada por ese análisis de ocupabilidad, encontrando todo un abanico de casos que requerirían desde intervenciones mínimas a intervenciones altamente intensivas, siendo estas últimas susceptibles de concentrar más recursos de orientación y otras políticas activas de empleo. Creo que, lógicamente, las personas con más dificultades de ocupabilidad deberían ser las destinatarias prioritarias de las políticas de empleo, pero sin descuidar, en absoluto, a aquellas que mantienen buenas condiciones de ocupabilidad y de las que ahora sólo nos acordamos cuando la van perdiendo con el paso del tiempo. Este efecto se podría evitar seguramente con programas de orientación generalizados y poco intensivos, siguiendo el principio de que en ocupabilidad es mejor prevenir que curar.

    3- El inconveniente que planteas en relación con la intermediación, que me parece muy pertinente, creo que quedaría resuelto en buena medida si aplicáramos el punto anterior. Es cierto, propongo incrementar la ocupabilidad de aquellas personas con más dificultad en el mercado laboral y que estas sean, con prioridad, las destinatarias de los servicios de prospección e intermediación, sí, pero también de otras políticas activas de empleo (formación, programas de fomento del empleo, etc), de tal manera que, finalmente, pasen a ser más apetecibles como candidatos para posibles contratadotes.

    La idea de que la orientación pase a ser prioritaria frente a la intermediación en los servicios de empleo, entiendo que puede ser chocante, pero ya no es tan novedosa, creo que muchos estamos llegando a la misma conclusión por diferentes vías, mira aquí como lo plantea la directora del servicio público de empleo asturiano (bit.ly/1QJ0y7j) .


    Gracias por tu atención Pedro, un saludo.

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    1. Hola Chema, mucha gracias por tu contestación.

      Voy, si te parece, comentando un poco sobre los mismos puntos que marcas:

      1) Conforme en todo; lo que sucede es que esto mismo (me juego una paella valenciana), es lo que dirían cualquier profesional de los servicios públicos en España: no hay más que asomarse, por ejemplo, a los muchos blogs de Educación para ver que comentan los compañeros del gremio.
      Por tanto, con esos mimbres tenemos que trabajar, y de lo que se trata es de asignar recursos escasos entre usos alternativos para maximizar la utilidad (social) que es lo que algunos aprendimos en la facultad de Económicas.
      Ahí se puede hacer un esfuerzo; de hecho, ese es el esfuerzo que deben de hacer los que dirigen los Servicios Públicos de Empleo, y si se hace ese análisis los resultados pueden mejorar mucho aun sin contar con más recursos; pero vamos a los siguientes puntos.

      2) Yo tampoco no planteo la ocupabilidad como un juego 0-1, pero (por seguir con la simplificación) creo que atender a todos (ceros y unos) en base a itinerarios, es poco eficiente en estos momentos, dado, como digo, los recursos existentes; y, además, es una práctica (por mi experiencia) poco efectiva de cara a fidelizar a los usuarios que están en búsqueda activa de empleo, pero que, según indican todos los datos, están desertando de nosotros.
      A ver si me explico: yo creo que debe de existir, preferiblemente, un diagnóstico de ocupabilidad de cada persona que se atiende en los servicios de orientación, y que ciertos colectivos (los ceros) deben de ser atendidos vía itinerarios de inserción; pero enmarcar ese diagnóstico, si o si, dentro de un itinerario, por más que éste sea más light para los unos (que para los ceros), no me parece que responda a lo que están buscando las personas que están en búsqueda activa
      Esas personas necesitan (en muchos casos) respuestas a sus problemas, y, mi deformada experiencia profesional, me dice que bastantes de ellos saben bastante bien lo que quieren y necesitan, pero no tienen la información para conseguirlo o los recursos para financiarlo; y ese sería nuestro papel: facilitarles lo que ellos ya se han diagnosticado, sea una oferta de empleo, un curso de formación, o cualquier acción puntual que les sirviera a su objetivo; pero insisto: esas personas no necesitan un "médico" que les prescriba, lo que necesitan es saber dónde localizar el tratamiento.
      Pero es que, además, en un futuro hipotético, con muchos más recursos de calidad, tanto humanos como materiales, tampoco visualizo esos itinerarios como patrón de actuación, lo siento; para que te hagas una idea de por dónde van mis "sueños", salvando todas las distancias, te dejo este enlace:
      http://mccormickyasociados.com/2016/01/19/el-consultor-de-marca-personal-el-coach-y-el-consultor-de-carrera/
      Sigo en cotro comentario porque creo que he excedido el tope.

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    2. Sigo comentando:
      3) El inconveniente es un hecho Chema, pero por eso precisamente hay que tomar decisiones ya, estableciendo prioridades y asignando recursos en función de ellas, a la espera de que lleguen esos recursos que nunca llegan.
      El artículo de la responsable servicio de empleo asturiano va en esa línea, pero, curiosamente, le dieron bastantes palos desde algunos sectores PRO políticas públicas, pues en este país todavía no se entiende la diferencia entre privatizar y externalizar, por no hablar de la colaboración público privada o del hecho básico de que los recursos son escasos y hay que gestionarlos con eficiencia.
      Digo todo esto porque a lo mejor hay que tomar decisiones drásticas para poder priorizar lo fundamental, que yo considero que es la orientación; hablo, por ejemplo, de eliminar la inversión en intermediación laboral vía portales públicos de empleo, pues son, siempre, más ineficientes que los privados: si algo (no estratégico) lo puede hacer mejor el sector privado, pues que lo haga
      Y si el problema está en un mandato legal que obliga a dar difusión de TODAS las ofertas en un portal, pues que sea el ministerio el que lo provea y lo sostenga; pero, por favor, un sólo portal, a modo Infojobs, en el que se cuelguen ofertas que nos lleguen a los servicios públicos de empleo, y sin gestión alguna detrás de los mismos, más allá de garantizar la existencia de las ofertas y las condiciones legales de las mismas; pues lo que ahora sucede es que hay gestión, y eso supone utilizar recursos escasos que se podría asignar a tareas más prioritarias como las de orientación: el famoso 2% de intermediación nunca va a aumentar, pero, sin embargo, hay mucho que hacer para mejorar la ocupabilidad de los parados para que ayudarles a que se "coman" la parte del pastel que permanece oculta, que es la de la inmensa mayoría de las ofertas que no se publican.
      Un placer conversar contigo, Chema.
      Seguimos en contacto.
      Pedro Valero

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    3. Hola Pedro, disculpa la tardanza en contestar, pero el curro estos días es frenético y además he tenido problemas de salud.

      En efecto, esta discusión sobrepasa las posibilidades de un hilo en un post. Tiene muchísima tanta tela que cortar que casi no sé por donde empezar, así que me voy a ceñir a principios generales, aunque sé que lo mejor para entenderse es ir a lo concreto, pero eso nos llevaría al Hilo Interminable ;-) y tampoco procede. Veamos si soy capaz de resumir.

      Claro que los medios son siempre escasos y es con lo que nos tenemos que apañar, eso a mí también me lo explicaron cuando trabajaba en comunitaria, pero una cosa es que sean escasos y otra muy diferente que sean claramente insuficientes. Si me dan un coche con el depósito de gasolina lleno como para llegar como desde Salamanca a Madrid, nadie me puede exigir que llegue a Valencia a comerme esa paella que comentas, es materialmente imposible, me tendré que conformar con un bocata de calamares. Y hay veces que parece que eso es precisamente lo que quieren, unos servicios públicos como los de Suecia con los recursos que se destinan en Marruecos. Mire Ud, pues no puede ser y además es imposible que decía uno. Y eso hay que ponerlo de manifiesto, es más, es nuestra obligación como técnicos denunciarlo, decir: señores políticos, basta ya de seguir vendiendo humo a la gente. ¿Que mientras tanto a nosotros nos toca gestionar?, soy muy consciente de ello. Aparte de que eso de que los medios son siempre escasos... depende de para qué, porque hay asuntos para los que parece que son inagotables, no voy a entrar a calificar lo que me parecen según qué rescates o, ciñéndonos más a lo nuestro, según que políticas de empleo que sabemos todos que no sirven para nada pero para las que, a la vez, cada vez se destinan más recursos.

      No sé si me expresado mal, pero no planteo atender a todos, ni mucho menos, planteo atender a todos los que quieran, pero claro que no a todos, ¿qué sentido tiene eso? Hay gente que no necesita de nuestros servicios ni falta que le hace, claro, probablemente muchos -quizá la mayoría- ya disponga de su propio itinerario sin que tenga que intervenir un profesional. Y si quiere orientación, por supuesto, que nadie le va a prescibir a nadie lo que tiene que hacer, el orientador es un facilitador, un asesor, no un tipo que dicta lo que hay que hacer, pero ojo, lo que sí ha de hacer un profesional es contextualizar ese itinerario en sus fases, desde la toma de decisiones, la organización de los pasos a dar o el entrenamiento de las competencias a desplegar, por ejemplo. Lo que necesite, y lo que no, no. Uno puede necesitar que se le asigne un curso que necesita para desarrollar sus planes, pues esa es nuestra intervención, facilitar su itinerario, y aquí acaba nuestra intervención. Es sólo un ejemplo.

      Pedro, es cierto que tenemos que trabajar en el contexto normativo en el que nos movemos, pero eso no quiere decir que, si ese contexto normativo no es el adecuado y de verdad queremos prestar un servicio público a la gente, no lo denunciemos y no peleemos por cambiarlo. Mientras tanto, nos nos queda otra, que ir tirando con lo que hay, ¡pero coño, vamos a intentar mejorar!, ¿no?.

      Muy interesante lo de Mc Cormick, no lo conocía. A ver si acabo lo que estoy haciendo y lo publico, lo tengo ya muy avanzado, está en fase de redacción, porque insisto en que una enorme carencia que tenemos está en el plano de lo conceptual y ando a ver si aporto mi granito de arena en este sentido.

      Un auténtico placer intercambiar opiniones contigo, de verdad.

      P. D. Insisto en que esto sobrepasa el hilo de un post, sería mejor montar un congreso... jejejje ;-)

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